Un huerto saludable contiene una buena diversidad de plantas, nos podemos guiar por las formas, los colores, los sabores, los olores para reconocer que hay diversidad. Recordemos que asociamos a las plantas para ayudarlas a formar alianzas benéficas entre ellas y así aprovechar mejor los nutrientes, protegerse de insectos y organismos no deseados y tener una mejor salud.

Cuando vamos agrupando asociaciones de plantas en distintos periodos de tiempo se llama Rotación de cultivos, esta es una práctica muy importante para que el suelo tenga una dieta variada, promover la diversidad de flora y fauna del suelo, así como la movilización de los nutrientes y elementos que se estén lixiviando, hacia todos los estratos.
Así como aprendimos a distinguir las hortalizas del huerto según la parte que aprovechamos de ella: tallos, hojas, flores, frutos, raíces, también podemos entenderlas en función de cuánto consumen del suelo o cuánto le aportan:
1.- CONSUMIDORAS DURAS
Son casi todas las plantas que consumimos con frecuencia, en esta categoría encontramos a las hortalizas de hojas y tallos verdes, a las de flores y a las de fruto. Son consumidoras duras porque necesitan de muchos nutrientes para crecer y desarrollarse, principalmente utilizan nitrógeno para construir sus células, tejidos y maquinaria fotosintética.
Jitomate pera, jitomate bola, fresa, kale, flores: son todos consumidores duros
2.- CONSUMIDORAS MODERADAS
Son todas las hortalizas de raíz, ayudan a proporcionar al suelo descanso en preparación para un ciclo de consumidoras duras. Las más importantes en esta categoría son el nabo, la patata dulce. El pimiento verde también entra en esta categoría ya que es un consumidor duro de otros minerales pero no tanto de nitrógeno.
Cebolla, ajo, papa, pimiento verde consumen moderadamente
3.- PROVEEDORAS DURAS
Son todas las plantas de la familia Fabaceae, árboles, arbustos y hierbas perennes o generalmente de ciclos anuales. Todas las plantas de esta familia pueden ser fácilmente reconocidas por su fruto en forma de vaina que contiene a las semillas y que comúnmente se conoce como legumbre. Las legumbres son fundamentales en el huerto ya que son capaces de aportar nitrógeno al suelo para que las demás plantas puedan utilizarlo en formar células, tejidos, proteínas, ácidos nucléicos, sustancias y energía para realizar sus funciones.
Legumbre proviene del latín legumen, se le conoce así a la semilla contenida en las plantas de la familia de las Leguminosas, Fabaceae. (imagen de http://www.enbuenasmanos.com)
Mediante la desnitrificación o reducción del nitrato (adición de átomos de hidrógeno) el N2 es reducido a amonio (NH4+) e incorporado en plantas y organismos del suelo. Este proceso se conoce como fijación biológica del nitrógeno y contribuye de forma fundamental al suministro de nitrógeno requerido por las plantas.
Existe una gran variedad de especies microbianas que tienen la capacidad de fijar nitrógeno, algunas son de vida libre y otras se asocian con plantas en una relación simbiótica mutualista, por ejemplo la bacteria Rhizobium, una fijadora por excelencia que se encuentra asociada a las raíces de plantas como trébol, frijoles o moringa.
La Rotación de Cultivos entonces podemos entenderla como un motor biológico y para que este motor funcione podemos seguir el modelo que propone John Jeavons* sobre el Reciclaje Agrícola:

La mayoría de las hierbas son especialistas y doctores para muchas enfermedades de la comunidad de plantas, también ayudan al suelo a fortalecerse.
*John Jeavons, es el director de la asociación no lucrativa Ecology Action, y fue fundador del método de Agricultura Biointensiva, que es un método de cultivo ecológico que no utiliza agroquímicos o maquinaria pesada y promueve la buena vecindad entre plantas.